Contrariamente al tono general triunfante, positivo y optimista — Orgulloso es un buen ejemplo de esa positividad— de la grandísima mayoría de los artículos de este blog pedestre —en sus tres primeras acepciones, pero también, sin duda, en la cuarta—, toca esta vez una entrada de corte gris, negativo y derrotista —o, tal vez, más bien, realista— tras un enervante y agobiante juego de segundos saldado otra vez en mi contra el pasado día 30, primer domingo de Adviento, en el III Medio Maratón Concello de Vilagarcía . He participado en muchas carreras —los triatlones sprint y los de distancia olímpica o las pruebas del circuito RunRun Vigo son buen ejemplo— a las que he ido simplemente por hacer deporte, por cumplir aquello tan socorrido de «lo importante es participar», y en las que lo único que me proponía era hacerlo lo mejor posible y divertirme y disfrutar al máximo —disfrutar sufriendo, sí— dentro de mis posibilidades. Pero para el ...
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