Ahora soy libre; ahora soy feliz

 Only the disciplined ones are free (Eliud Kipchoge)

He corrido cinco maratones; he completado dos medios ironman (1900 m a nado, seguidos de 90 km en bicicleta y rematados por los 21,1 km de un medio maratón); he corrido docenas y docenas de medios maratones; y en el momento de escribir esto he recorrido más de 25 000 km a la carrera, en bicicleta y a nado, en los que he invertido muchísimas horas.

Me he licenciado en una carrera universitaria y he tenido la fortuna de participar como concursante en dos programas de televisión con no poco éxito y recompensas económicas suculentas.

Como ya conté por aquí en su día, llegué a pesar 106 kg y tuve la fuerza de voluntad de perder 30 kg que no he vuelto a recuperar mediante el efecto rebote, y me mantengo en una muy buena forma física para mi edad, con la tensión arterial y otros valores indicativos de la salud ciertamente dentro de unos valores muy aconsejables.

Soy el afortunado y orgulloso padre de dos chavales ejemplares —el mayor, graduado en Matemáticas y a punto de graduarse en un Máster en Estadística; el pequeño, casi graduado en Ingeniería Mecánica— que nunca jamás me han dado un disgusto ni un problema y con los que se puede ir a cualquier parte porque, como les he enseñado desde pequeñitos, no se nota que están —y si se nota, es para bien, por saber ser y estar, por templanza, morigeración, respeto, delicadeza, afabilidad y bonhomía, sin aspavientos, histrionismos ni alharacas—: ya se sabe que la discreción es una virtud sin la cual las otras dejan de serlo, en especial, en este siglo XXI nuestro en el que la notoriedad efímera se ha convertido en algo más importante que la verdad. 

 

Arriesgándome a caer en el pecado capital de la soberbia —y admitiendo que en todo lo anterior sin ninguna duda me ha sonreído la fortuna y me ha protegido todos los días sin falta mi ángel de la guarda—, me atrevo a decir que me parece que muy mal no debo de haber hecho las cosas y que las rutas y medios que he elegido para llegar a mis objetivos no deben de haber estado completamente errados... 

... Y ahora me vienen a insistir con el cuento  —tanto de palabra como de obra— de que hay que abandonar la disciplina y el orden porque no son métodos válidos, porque no son el camino. ¡Gracias por ilustrarme, gracias por contribuir a sacarme poco a poco del pozo de mi ignorancia infinita!: con vuestras palabras, gestos y hechos me habéis sacado un peso de encima y me habéis hecho libérrimo... Ahora soy feliz, siento una extraña euforia; ahora soy feliz: ¡esto sí que es la gloria!

Me dan ganas de invocar al difunto Fernando Fernán-Gómez para que los mande a la mierda a todos, o de pedirles ayuda a Eliud Kipchoge y al bueno de Andy Dufresne para que hagan una obra de caridad y enseñen a los que no saben.

Porque podo

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