Nosce te ipsum



Tuve en principio la tentación de darle a esta entrada el título «Se cierra un ciclo», pero en verdad no se cierra, sino que se culmina —en su acepción intransitiva, la número 2—, y espero que esa culminación actual sea solo una cresta más, que la progresión de la que me dispongo a dejar constancia ahora continúe en lo sucesivo en la misma línea ascendente que ha seguido hasta la fecha.

Hace ahora poco más de un año, el 8 de diciembre de 2017, corrí mi primera carrera popular, la IV Invasión Celeste (que, según los registros de mi pulsómetro, constó de 6,80 km) que tardé en recorrer 36 minutos y 22 segundos según el crono oficial, al ritmo medio de 5:21 minutos por kilómetro. Ocupé el puesto 335.º de 426 participantes y el 48.º de 57 en mi grupo de edad (50 a 60 años).

Para ello, como ya había contado por aquí, el 23 de noviembre anterior me había subido en mi gimnasio a una cinta de correr y había afurricado, completamente exhausto y ahogado, tras 16 minutos y 37 segundos en los que había recorrido solo 2,27 km, lo que equivale al penoso ritmo de 8 minutos por kilómetro: poco menos que ir andando.

Y el pasado 8 de diciembre, volví a participar en una nueva edición de la misma carrera popular celtista, cuyo trazado fue modificado ligeramente y es por ello que este año el pulsómetro me ha indicado una distancia de 7,19 km, en los que invertí 31 minutos y 5 segundos, a un ritmo medio de 4:20 minutos por kilómetro (un minuto menos por kilómetro que el año pasado) y ocupé el puesto 109.º de 403 corredores y el 8.º de 54 en mi categoría por edades.



Para llegar hasta este punto, durante 2018 he salido a correr en 179 ocasiones, en las que he recorrido más de 1600 km y he superado los 19 700 metros de desnivel positivo... durante más de 150 horas en las que, aunque en las carreras populares se vaya más o menos acompañado, siempre he corrido conmigo mismo y la mayoría de las veces contra mí mismo.

Esos más de 1600 km han representado todo un aprendizaje, an education, y durante ellos he podido conocerme a fondo a través de la meditación y el monólogo interior he arreglado el país varias veces (en mis carreritas he visto cosas muy claras que no son verdad), he tenido docenas de discusiones y debates apasionadísimos, he aprobado y derogado varias leyes de educación, he dimitido de mi empleo en infinidad de ocasiones, he despedido a alguna que otra coworker (ojo a mi elección completamente voluntaria del término: escojo coworker y no compañera porque soy un profesional capaz de trabajar con cualquiera, pero ya tengo una edad, dignidad y gobierno como para rebajarme a compartir el pan con pan > compañero— con una cualquiera), y he resuelto infinidad de problemas, del stream of consciousness, incluso a través de muchos momentos de iluminación y clarividencia, así como de suspension of disbelief y realismo mágico; y también por medio de incontables minutos tanto de transfiguración mística, asunción, elevación del espíritu y nirvana, como de agonía, ahogo, taquicardia, apnea, agobio, angustia y dolor...


... Y he descubierto que, al contrario de lo que siempre había pensado, soy increíblemente disciplinado, determinado y goal-oriented; que para la edad que tengo y para mis escasas aptitudes y exiguas dotes físicas, soy fortísimo mentalmente, resistente y resiliente; con un cuerpo km 0 fiabilísimo, que no se lesiona a pesar del maltrato al que lo someto; y también se me ha confirmado como ya sabía desde el milagro del 4,01 % de la primavera de 2013 que por difícil e imposible que pueda parecer, todo, absolutamente todo es posible. No podría estar más satisfecho y orgulloso.

No se cierra un ciclo, no; sigue la rueda girando: it's been an education!

Porque puedo

Comentarios