Del sofá a la media maratón, crónica de otra victoria


El 1 de noviembre pasado, justo un año después de dar un giro copernicano a mi ritmo de vida, publiqué ¡Respiro!, crónica de una victoria; hoy, con 5 kilos menos que aquel día y aun a riesgo de hacerme pesado, me cabe el orgullo de presentar la crónica de lo que considero un nuevo éxito: From couch potato to half marathon: de gandul tirado en el sofá a la media maratón.

Aquel mismo mes de noviembre decidí inscribirme por primera vez en una carrera popular, la IV Invasión Celeste, y, como inicio de la preparación, el jueves 23 de noviembre me subí en mi gimnasio a una cinta de correr: afurriqué, completamente exhausto y ahogado, tras 16 minutos y 37 segundos en los que recorrí solo 2,27 km, lo que equivale al penoso ritmo de 8 minutos por kilómetro: poco menos que ir andando.


Y hoy domingo 8 de abril, solo cuatro meses y medio después de haber afurricado tan tristemente, puedo alardear con satisfacción de haber corrido mi primera media maratón oficial, la XIX Vig-Bay, 21 kilómetros y 97 metros entre la playa de Samil, a la altura del ya cerrado Hotel Samil, y el parque de A Palma en Baiona— , que completé con el tiempo neto de 1:43:34 (1:44:18 bruto) marca de la que, a mis 50 años y tras no haber corrido jamás en mi vida, no podría estar más orgulloso.


Entre medias, 54 sesiones pertenecientes a un plan de entrenamiento específico, con más de 400 km recorridos, 5 carreras de entre 4 y 10 km disputadas, y un ensayo de media maratón en solitario, con sus 21 km entre A Ramallosa y el edificio del Concello de Vigo, completado en 1 hora y 59 minutos.

Ahora puedo decir, acaso no sin altivez, que esa distancia está un tanto mitificada y mixtificada: si un piernas pelanas en lo deportivo como yo, totalmente mediocre y sin dotes físicas, ha conseguido completarla con cierta solvencia tras tan exiguos meses de preparación exprés, es que la cosa no debe de ser para tanto y a su alrededor probablemente hay mucha alharaca, leyenda y, como a mí me gusta decir, hablanda.

De hecho, ya en su día lo dejó dicho David Araújo con su What I talk about when I talk about runningcorrer la media maratón es un indigno quiero y no puedo. ¿No sería mejor llamarla, sin más, «21 km», distancia nada desdeñable? ¿Para qué meter la palabra «maratón» y luego incluir «media»? Si quieres homenajear a Filípides, el que se curró la distancia entre Atenas y Maratón para comunicar la noticia de una victoria bélica, hazlo con todas las consecuencias. Si me apuras hasta se debería correr con traje de soldado griego y fingir que te mueres cuando llegas a la meta. Está feo y yo me siento un poco fraude, es como si fueran condescendientes y me dejasen honrar a un ateniense mítico pero solo un poco, porque soy un flojo.

¿Y a partir de ahora, qué? Pues en 2019 la Vig-Bay cumple su XX edición y para conmemorarlo los organizadores tienen el propósito de convertirla en maratón completa, con sus 42,195 kilometritos. No digo ná y lo estoy diciendo tó...

Porque puedo




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